El 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos
Cuando pensamos en la seguridad alimentaria y nutricional a nivel global, cuando analizamos la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, cuando proyectamos las tendencias futuras de la alimentación en el mundo, es bastante habitual que se nos quede fuera del foco de atención el mar, los océanos y todo lo que pueden ofrecer. El lema que lanza Naciones Unidas para la celebración del Día Mundial de los Océanos nos ayuda a retomar esta cuestión: “El océano: vida y medios de subsistencia”.
Los recursos pesqueros son muy importantes para la seguridad alimentaria y nutricional a nivel global. El pescado representa más del 17 % del aporte de proteínas animales a la población mundial y el 7 % de todas las proteínas consumidas; además es una fuente importante de ácidos grasos omega-3 de cadena larga saludables, aminoácidos esenciales (principalmente, lisina y metionina), vitaminas (en particular, A, B y D) y minerales (hierro, calcio, fósforo, zinc y selenio).
El consumo de pescado per cápita ha ido aumentando en las últimas décadas, desde 6 kilos (equivalente en peso vivo) en 1950 a 20,5 kg en 2018; y se espera que se alcancen 21,5 kg en 2030. Sin embargo, estas cifras de promedio mundial encubren diferencias importantes entre regiones. De los casi 160 millones de toneladas de pescado que se utilizan cada año para consumo humano, aproximadamente la mitad proviene de la pesca y la otra mitad de la acuicultura, que ha crecido enormemente en los últimos años.
Debemos fomentar la pesca sostenible
La pesca, la acuicultura y los procesos que se derivan de estas actividades constituyen el medio de vida de casi 160 millones de personas en el mundo, la mitad de ellas mujeres; si consideramos a sus familias podemos decir que más de 800 millones de personas dependen de la pesca y la acuicultura. Esta actividad es especialmente importante cuando se realiza a pequeña escala, como es el 90% de la pesca y el 80% de la acuicultura a nivel mundial. Este tipo de pesca genera diez veces más empleo y consume cuatro veces menos combustible por tonelada capturada que la pesca a gran escala.
En los países en desarrollo, la pesca en pequeña escala queda frecuentemente marginada en los procesos sociales, económicos y políticos y no recibe la atención que merece en las políticas. Sin embargo, contribuye en mayor medida de forma directa e indirecta a la seguridad alimentaria, ya que pone pescado asequible a disposición de las poblaciones pobres y es un medio clave para sustentar los medios de vida de las poblaciones marginadas y vulnerables en los países en desarrollo, además de su importancia cultural para la identidad de quienes participan en ella.
La conservación de las especies marinas se pueden lograr con una combinación de intervenciones
A pesar de que la meta 14.4 de los ODS preveía que para 2020 se pusiera fin a la pesca excesiva, la realidad es que el porcentaje de las poblaciones de peces explotadas a niveles biológicamente insostenibles aumentó del 10% en 1974 al 34,2% en 2017. Una flota pesquera sobredimensionada respecto a la capacidad de los recursos pesqueros, la sobrepesca, la práctica de los descartes -que afecta al 10% de las capturas-, o la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada son algunas de las mayores amenazas para los ecosistemas marinos y conllevan efectos negativos en la biodiversidad. A la larga, esto reducirá la producción pesquera y tendrá consecuencias negativas de tipo social y económico, además de los daños ecológicos.
El sostenimiento y la conservación de la pesca y las especies y ecosistemas marinos se puede lograr mediante una combinación coordinada de intervenciones que podrían incluir, por ejemplo, enfoques basados en ecosistemas para la gestión pesquera, planificación espacial, cuotas efectivas, áreas marinas protegidas, protección y gestión de áreas clave de biodiversidad marina, reducción de la contaminación por escorrentía en los océanos y trabajo en estrecha colaboración con productores y consumidores. Algunos de los principales tratados y acuerdos relacionados con los recursos pesqueros apuntan en esta dirección.
El sector pesquero puede contribuir a la realización del derecho a la alimentación al procurar empleo e ingresos y sostener las economías locales. La sostenibilidad de los recursos pesqueros es fundamental para avanzar en el ODS 2, sobre erradicación del hambre y todas las formas de malnutrición.