En el contexto de la Conferencia de Río+20, el Secretario General Ban-ki Moon lanzó este desafío global para erradicar el hambre
En junio se cumplirán diez años del lanzamiento de la iniciativa del Reto Hambre Cero, que trataba de sumar a este esfuerzo conjunto a empresas, ONG, organizaciones de la sociedad civil, alianzas de múltiples partes interesadas y plataformas. Para convertirse en participantes del Reto Hambre Cero debían comprometerse a tomar medidas con impacto demostrable y cuantificable. Dicho compromiso debía ser específico, medible y con una referencia temporal.
Aquellas que acretidataran un progreso significativo podían alcanzar el reconocimiento de «Zero Hunger Champions», que significaba que no solo se habían comprometido a trabajar para lograr todos los elementos del Reto del Hambre Cero, sino que habían emprendido acciones innovadoras y visionarias, medidas para el cambio transformador a nivel organizacional.
Los cinco elementos del Reto Hambre Cero
El objetivo del Reto Hambre Cero era que todas las personas tengan garantizado su derecho a la alimentación adecuada. Para ello se establecían 5 aspectos que había que trabajar globalmente y de forma coordinada, porque se entendía que podían ayudar a construir un mundo sin hambre.
- Cero retraso en el crecimiento en niños y niñas menores de dos años
Para ello es necesario asegurar el acceso universal a alimentos adecuados y nutritivos especialmente durante los primeros mil días de vida, desde la gestación hasta los dos años de edad. Hace falta asistencia sanitaria que tenga en cuenta la nutrición, acceso a agua y saneamiento, educación e intervenciones específicas en nutrición.
- Que el 100% de las personas tengan acceso a una alimentación adecuada, durante todo el año
Hay que posibilitar que todas las personas tengan acceso permanente a los alimentos que necesitan, a través de una agricultura y sistemas alimentarios que tengan en consideración la nutrición; a través de trabajo decente y productivo que les habilite para su compra; de sistemas y redes de protección social; aumentando el suministro de alimentos por los productores locales; a través de mercados justos, abiertos y que funcionen adecuadamente a escala local, regional e internacional, y de la prevención de la excesiva volatilidad del precio de los alimentos.
- Que todos los sistemas alimentarios sean sostenibles
Para ello, se debe asegurar que todos los productores, agronegocios, cooperativas, gobiernos, sindicatos y sociedad civil establezcan estándares para la sostenibilidad, verificando su cumplimiento y rindiendo cuentas de ello; estimulando y remunerando la adopción universal de prácticas agrarias sostenibles y resistentes al cambio climático; buscando la coherencia entre las políticas sectoriales (englobando energía, uso del suelo, agua y clima).
- Aumentar un 100% la productividad y el ingreso de los pequeños productores
Es necesario reducir la pobreza rural y mejorar el bienestar de los pequeños productores, promoviendo el trabajo decente e incrementando sus ingresos. Es también importante impulsar el empoderamiento de las mujeres, de los pequeños agricultores, pescadores, pastores, jóvenes, organizaciones de productores, pueblos indígenas y sus comunidades. Hay que trabajar para la mejora en la tenencia de la tierra y de su acceso a los activos y a los recursos naturales, asegurando que todas las inversiones en la agricultura y las cadenas de valor sean responsables y transparentes; desarrollando indicadores multidimensionales del bienestar y la resiliencia de las personas; del apoyo a la investigación agraria y la innovación.
- Cero desperdicio de alimentos y pérdidas post-cosecha
Es importante minimizar las pérdidas de alimentos durante el almacenamiento y transporte y el desperdicio de alimentos en los comercios y por los consumidores. Hay que empoderar a los consumidores para elegir a través de un etiquetado adecuado. Se necesitan compromisos entre los productores, comerciantes y consumidores, consiguiendo progresos a través de incentivos económicos, compromisos colectivos, tecnologías apropiadas localmente y cambios de comportamiento.
Balance de una década
Diez años después, a la vista de los datos que vamos recibiendo de los organismos especializados en alimentación y nutrición, hemos avanzado poco, nos queda mucho camino por recorrer:
- Según los últimos datos publicados en el informe «El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2021», a escala mundial, casi 150 millones de niños/as menores de cinco años padecieron retraso del crecimiento en 2020. Esto representa el 22% de toda la población menor de 5 años.
- En el mismo informe se explica que, con el impacto de la pandemia (y sin incluir los efectos de la guerra en Ucrania), en 2020 padecieron hambre en todo el mundo entre 720 y 811 millones de personas.
- Siguen existiendo multitud de aspectos de insostenibilidad de los sistemas alimentarios. La Cumbre celebrada por Naciones Unidas en septiembre 2021 evidenció muchos de estos problemas.
- Respecto al aumento de la productividad y los ingresos de los pequeños productores, la FAO, que es la encargada de medir los progresos, señala que conlleva importantes desafíos. Aunque existen datos pertinentes para una amplia gama de países de África, Asia, Europa y América Latina, rara vez se dispone del tipo ideal de información a nivel de explotación agrícola que permita identificar a la población de pequeños productores y medir el progreso en los dos indicadores. Pero aporta la aproximación de que los ingresos de los pequeños productores de alimentos son, por término medio, menos de la mitad que los de los productores de alimentos en mayor escala.
- Respecto a la eliminación de las pérdidas y desperdicio de alimentos, la FAO señala que un porcentaje inaceptablemente elevado de alimentos se pierde a lo largo de la cadena de suministro, antes incluso de que llegue al consumidor. Aunque los datos disponibles al respecto son limitados, se calcula que en torno al 14 % de los alimentos producidos a nivel mundial se pierde entre la producción y la fase anterior a la venta minorista. Respecto al desperdicio producido en la venta minorista y a nivel de consumo, los datos están en elaboración pero son aún más altos.
Los desafíos del Reto Hambre Cero siguen plenamente vigentes.