Hacemos una reflexión sobre lo que ha sido la pasada Cumbre sobre los sistemas alimentarios
Después de casi dos años de proceso preparatorio, de celebrar más de 140 diálogos nacionales y 800 diálogos independientes con más de cien mil personas involucradas, de tener grupos de trabajo en marcha con expertos en diferentes temas, de haber hecho una pre-cumbre preparatoria en el mes de julio, por fin el 23 de septiembre se celebró la Cumbre sobre sistemas alimentarios.
No ha sido una cumbre de Naciones Unidas como las que estamos acostumbrados/as, acordada por la Asamblea y orientada a establecer compromisos. Ha sido una cumbre del Secretario General, una iniciativa suya, sin que aparentemente tenga capacidad para generar compromisos generales, acuerdos, hoja de ruta. Habrá que ver el seguimiento y el efecto que pueda tener en este sentido.
Durante varias horas se sucedieron intervenciones de altos representantes gubernamentales, de organismos internacionales, de académicos, de empresas, de sociedad civil, de representantes de los pueblos indígenas, etc.
Podemos destacar, por el lado positivo, algunos puntos:
- Fue casi unánime el mensaje de urgencia: hay que transformar los sistemas alimentarios de forma radical y hay que hacerlo ya.
- Se oyeron bastantes voces que proclamaban la necesidad de considerar la alimentación como un derecho humano y no meramente como una mercancía.
- Muchísimos agentes relevantes de todo el mundo confluyeron en esta actividad, en torno a los problemas de sostenibilidad de los sistemas alimentarios.
Sin embargo, hay cuestiones que generan mucha incertidumbre:
- Apenas se habló en la Cumbre de por qué hemos llegado hasta aquí, de cuáles son las causas profundas, estructurales, que hacen insostenibles a los sistemas alimentarios. Será difícil plantear soluciones radicales si no estamos visibilizando las causas.
- Tampoco se habló de quiénes son los principales responsables de que los sistemas alimentarios sean insostenibles, quiénes nos han llevado hasta esta situación. Esos responsables deberían asumir las principales responsabilidades y cargas de la necesaria transformación y deberían ser los primeros en poner en marcha cambios radicales…