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La lucha contra el hambre se ha estancado
15 noviembre 2022
Mujer en mercado

Omotayo Tajudeen/Pexels

Según el informe Global Hunger Index el progreso mundial contra el hambre se ha frenado

El informe Global Hunger Index (GHI, por sus siglas en inglés) muestra que el progreso mundial de reducción del hambre se ha estancado. Este informe ha sido realizado por la red de ONGs Alliance2015 y la edición en español del mismo la ha realizado Ayuda en Acción, que forma parte de esta red.

Lo más preocupante es que esta situación probablemente empeore a consecuencia de las múltiples crisis mundiales –conflictos, cambio climático y consecuencias económicas de la pandemia del COVID-19-.

Según el informe, a esta crisis se suman factores subyacentes como la pobreza, la desigualdad, la gobernanza inadecuada, las infraestructuras deficientes y la baja productividad agrícola, que contribuyen al hambre crónica y a la vulnerabilidad.

Además el conflicto entre Rusia y Ucrania ha complicado la situación, afectando a los mercados de alimentos, fertilizantes y energía a nivel global.

Retroceso en la lucha contra el hambre

La puntuación del GHI de 2022 para el mundo es de 18,2, considerada moderada, un poco menos que la puntuación de 2014, de 19,1. Es una ralentización considerable en comparación con períodos anteriores: la puntuación del GHI mundial del año 2000 era de 28,0 y se redujo a 24,3 en el GHI de 2007. En los últimos siete años la puntuación del GHI solo se ha reducido en 0,9 puntos mientras que entre los años 2000 y 2007 se redujo hasta 3,7 puntos y entre 2007 y 2014 se redujo hasta 5,2 puntos.

El Índice Global del Hambre mide cuatro indicadores: la prevalencia de la subalimentación, la emaciación infantil (bajo peso para la altura), la tasa de mortalidad infantil y el retraso en el crecimiento infantil.

La prevalencia de la subalimentación disminuyó entre 2000 y 2017. En el 2017 empezó a aumentar, al principio de forma gradual y después de forma brusca. En 2021, hasta 828 millones de personas estaban subalimentadas, lo que representa un retroceso más de una década de progreso en la lucha contra el hambre.

La emaciación infantil se ha estancado en los últimos años en todo el mundo, mientras que las tasas de mortalidad infantil y de retraso en el crecimiento infantIl (baja altura para la edad) han seguido disminuyendo. El informe explica que en comparación con los otros indicadores, las tasas de retraso en el crecimiento infantil cambian lentamente con el tiempo, y pueden pasar varios años hasta que reflejen el contexto mundial cada vez más difícil.

El hambre ha aumentado en 20 países

El hambre es más grave en dos regiones: Asia Meriodional (donde el hambre es más alta) y África Subsahariana (donde el hambre es la segunda más alta).

En Asia Occidental y el Norte de áfrica, el hambre es moderada, pero hay signos preocupantes de un retroceso en el progreso contra el hambre.

Hay cinco países que muestran niveles alarmantes del hambre: Chad, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Madagascar y Yemen; y provisionalmente alarmante en otros cuatro: Burundi, Somalia, Sudan del Sur y Siria.

En otros 35 países el hambre se considera grave, según las puntuaciones del GHI de 2022. Y ha aumentado en 20 países desde 2014.

Si no se hace nada la situación empeorará

Si no se produce un cambio importante, no lograremos el Hambre Cero de la Agenda 2030, según las previsiones del GHI.

Es necesario abordar el problema del hambre en el mundo con una nueva visión para implementar medidas que construyan un mundo más resiliente y sostenible. La transformación de los sistemas alimentarios es crucial y debe dar mayor atención a la gobernanza local, adaptándose en cada lugar a sus recursos naturales, sus métodos de agricultura y ganadería y tradiciones culturales como condiciones agroecológicas.

El informe incluye algunas recomendaciones para que los sistemas alimentarios sean más equitativos, inclusivos, sostenibles y resilientes y evitar crisis:

  1. Poner en el centro la gobernanza inclusiva y la rendición de cuentas.
  2. Asegurar la participación, la acción y la supervisión de la ciudadanía.
  3. Aumentar los recursos para hacer frente a las necesidades humanas urgentes, al tiempo que se transforman los sistemas alimentarios.

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