El informe anual Global Food Policy Report 2020 del IFPRI analiza los sistemas alimentarios poniendo especial énfasis en la necesidad de hacer que sean inclusivos

El IFPRI (Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, por sus siglas en inglés) publicó hace unas semanas su informe anual Global Food Policy Report 2020 que este año se titula ‘Construyendo sistemas alimentarios inclusivos’. Este informe analiza los sistemas alimentarios actuales con el objetivo de aportar una serie de pautas que consigan construir sistemas alimentarios que sean sostenibles y justos.

Este informe se divide en seis capítulos que se centran en diferentes temáticas.

El primero, ‘Reformar los sistemas alimentarios. El imperativo de la inclusión’, analiza la importancia de transformar los sistemas alimentarios haciendo que sean inclusivos, saludables, sostenibles y en los que estén incluidos las personas más vulnerables.

El segundo capítulo está dedicado a la pequeña agricultura: ‘Pequeños agricultores/as y personas rurales. Hacer que las cadenas de valor del sistema alimentario sean inclusivas’. La reducción de la pobreza y la erradicación del hambre dependen del progreso en las zonas rurales, donde viven la mayoría de las personas pobres y que sufren la inseguridad alimentaria. Por ello los sistemas alimentarios no pueden excluir a la pequeña agricultura.

El tercer capítulo ‘Incluyendo a los jóvenes de África en los sistemas alimentarios’ analiza lo que está pasando en esta región, donde los/as jóvenes africanos/as están empezando a exigir políticas que mejoren sus perspectivas laborales, algo que se está convirtiendo en una prioridad política.

Un cuarto capítulo se centra en ‘Mujeres: Transformando los sistemas alimentarios para el empoderamiento y la equidad’. Las mujeres participan activamente en los sistemas alimentarios en una variedad de roles, desde la producción y el procesamiento hasta la venta minorista y el consumo, cultivan y preparan alimentos para sus familias. Pero a menudo las contribuciones de las mujeres no se reconocen formalmente y no participan en términos equitativos, por ello es urgente que sean incluidas en los sistemas alimentarios.

El capítulo siguiente se centra en las personas desplazadas forzosamente: ‘Refugiados y personas afectadas por conflictos: Integrando a las comunidades desplazadas en los sistemas alimentarios’. La mayoría de estas personas huyen por el hambre, los efectos del cambio climático y las crisis económicas. Los conflictos, el desplazamiento y la inseguridad alimentaria tienden a ser complejos y se retroalimentan entre ellos, por ello los sistemas alimentarios no pueden olvidar a las personas que están sufriendo las consecuencias de los conflictos o del cambio climático.

El sexto capítulo habla sobre sistemas alimentarios nacionales que deberán transformarse para ser más inclusivos y lograr dietas más saludables.

Para terminar hay una serie de capítulos que analizan las diferentes regiones: África, Oriente medio y norte de África, Asia central, Asia del sur, Asia oriental y sudoriental, América Latina y el Caribe.

A lo largo de las hojas de este informe se muestra que es fundamental que las políticas impulsen un crecimiento de las economías rurales. Los mercados de alimentos y las cadenas de valor se están expandiendo en África y el sur de Asia, ofreciendo nuevas oportunidades para promover el crecimiento agrícola y empleo. Es necesario invertir y poner en el centro a las personas para que los sistemas alimentarios funcionen. Ofrecer educación, capacitación, crédito, derechos de tenencia de la tierra y acceso a nuevas tecnologías a las personas excluidas y vulnerables, mejora sus vidas y fortalece los sistemas alimentarios y las economías en crecimiento.

Los sistemas alimentarios inclusivos son una parte esencial para construir un mundo más justo y estable. La propagación de COVID-19 ha puesto en evidencia lo vulnerables que somos ante choques globales y la necesidad de buscar una mayor inclusión para fortalecer nuestra resiliencia.