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Es necesario cuantificar las pérdidas que se producen en la cosecha
8 abril 2021
Tomates desperdiciados campo

Aquí hay tomate de Girasol

Un artículo analiza la necesidad de cuantificar la cosecha que se queda en el campo

Un artículo escrito por María Ángeles Fernández-Zamudio y Héctor Barco, publicado en Agrícola Vergel, analiza el problema de las pérdidas de alimentos en el eslabón de origen: la cosecha.

Según los autores es necesario cuantificar estas pérdidas, por una cuestión de justicia social, y para ello han analizado las pérdidas de caquis en la Comunitat Valenciana.

Actualmente no se conoce el dato exacto del desperdicio y pérdidas de alimentos en el mundo. Aunque, se sabe que es alto. En el año 2011 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) habló por primera vez de este problema y se calculó que que un tercio de los alimentos que se producían para el consumo se tiraban.

Un problema al que habría que sumar los impactos sociales, medioambientales y económicos que tiene perder esas cantidades de alimento. Recientemente recogimos otro artículo que hablaba sobre el impacto medioambiental de las pérdidas en el campo.

Al principio del artículo se explica la diferencia de definiciones propuesta por la FAO, por un lado están las «pérdidas de alimentos» que son los alimentos que se quedan sin utilizar en la cosecha. Por otro lado estaría lo llamado «desperdicio alimentario», que son los alimentos no consumidos por las personas, al margen de las consideradas pérdidas, un desperdicio relevante sobre todo en la distribución y el consumo.

En general hay una falta de estandarización de los datos, lo que dificulta hacer comparativas. La mayoría de estudios se basan en estimaciones o usan metodologías con baja fiabilidad. Pocos usan una medición directa.

Por otro lado la mayoría de estudios se centran en la fase de consumo final, pocos analizan este problema en la producción.

Recientemente, señalan en el documento, la Union Europea ha aprobado una Decisión Delegada para desarrollar una metodología común. Con esto se obliga a los Estados a cuantificar el desperdicio a lo largo de toda la cadena y se aportan ideas para crear un método común.

Según los autores la medición propuesta por la UE no es perfecta, ya que se excluyen los productos no cosechados y que quedan en los campos. Por lo que las pérdidas se empezarían a contar a partir de los alimentos cosechados, obviando los que quedan en el terreno. Es así porque solo se consideran alimentos los productos cosechados. Una propuesta contraria a otras como la del Codex Alimentario.

Este criterio también ha sido tomado por la Agenda 2030. Seguramente por la falta de trabajos que se han realizado en campo. En su metología se propone medir la cantidad de alimentos no cosechados solo si tiene una magnitud relevante.

Según los autores de este artículo no medir las pérdidas de alimentos no cosechados va en contra de la promoción de una alimentación sostenible. Además no dar salida a lo producido reduce los ingresos e impide llegar a una rentabilidad mínima. Además es una paradoja perder alimentos cuando a veces no se cubren los gastos del cultivo.

Descartar alimentos por su aspecto implica considerar que la agricultura es una práctica industrial.

Cuantificar las pérdidas de caquis en la Comunitat de Valencia

Durante la campaña 2019/2020 se cuantificaron las pérdidas de caquis de la misma variedad en la Comunidad Valenciana tanto en la cosecha como en la fase posterior, el almacén. El cultivo de este alimento ha crecido enormemente.

El análisis fue en doce parcelas de la Ribera Alta, gestionadas por la misma cooperativa, con resultados que se pueden extrapolar al resto del territorio.

Los resultados fueron que hubo pérdidas del 11,4%. La razones de estas pérdidas fueron agrupadas en 7 clases. Cuyos motivos y posibles soluciones son explicadas.

También se analizaron las pérdidas que surgieron en el almacén por no tener calidad comercial, una cifra que alcanza más de un 16% de lo cosechado. Estos caquis suelen recuperarse para alimento animal o para fabricar zumos. No obstante suponen menos ingresos para el/la productor/a y una pérdida económica. Este hecho podría analizarse para detectar prácticas desleales. Una cuestión abordada por la UE en una Directiva.

Medir estas pérdidas es una cuestión de justicia social con los/as productores/as. En conclusión intensificar la agricultura para sobreproducir y obtener alimentos que no tienen salida comercial es insostenible.

Se debe realizar una revisión de los estandares, suavizar las exigencias y vigilar las prácticas desleales. Y concienciar a los/as consumidores/as para valorar alimentos no perfectos. Por justicia para las personas que trabajan en el campo y por la salud del planeta.

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