Si seguimos por el camino que vamos, lo previsible es que aumenten las crisis alimentarias en el futuro
El nuevo informe de la serie “El futuro de la alimentación y la agricultura” (FOFA) analiza la necesidad de transformación de los sistemas alimentarios y los factores que pueden ayudar a ello.
Necesidad de cambio en los patrones de desarrollo global
El aumento de la población y la urbanización, la inestabilidad macroeconómica, la pobreza y las desigualdades, las tensiones y los conflictos geopolíticos, el cambio climático y una competencia feroz por los recursos naturales están dañando los sistemas ambientales.
Los futuros patrones de desarrollo global deben compartir “bienes comunes globales”, la distribución del poder político y la riqueza; y la resolución de las grandes desigualdades presentes en las economías actuales.
Cómo deberían cambiar los sistemas alimentarios
Los sistemas alimentarios actuales, basados en uso intensivo de insumos agroquímicos y energía, son insostenibles.
Lograr mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y mejor vida requiere equilibrar importantes trade-offs: las ganancias de productividad a corto plazo frente a una mayor sostenibilidad e impacto climático reducido; la eficiencia frente a la inclusividad; crecimiento económico y bienestar a corto plazo frente a una mayor resiliencia y sostenibilidad a largo plazo.
En 2021, el grupo científico que asesoró a la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas reconoció que los sistemas de gestión territorial y alimentaria de los pueblos indígenas les permiten alcanzar altos niveles de autosuficiencia alimentaria, un uso eficiente de los recursos, adaptarse a la estacionalidad, domesticar especies silvestres y mejorar la biodiversidad y los recursos genéticos in situ. Se pueden aprender varias lecciones de ellos, pero corren el riesgo de desaparecer en un futuro próximo debido a la falta de políticas y programas específicos que los respalden.
Papel de los diferentes actores de la cadena alimentaria
En este necesario proceso de cambio, las personas consumidoras tienen el poder de desencadenar transformaciones, al cambiar la demanda hacia productos más nutritivos y más responsables desde un punto de vista ambiental y social. Los patrones dietéticos pueden desencadenar impactos ambientales en una escala que los productores no pueden lograr con la introducción de nuevas tecnologías. Sin embargo, los cambios en las actitudes y creencias de las personas consumidoras no son suficientes y no conducirán automáticamente a una modificación del comportamiento a menos que estén respaldados por una combinación de políticas (por ejemplo, estímulos, etiquetado de alimentos, información y educación) y por acciones impulsadas por asociaciones de consumidores/as y organizaciones de la sociedad civil.
Pero, además, los sistemas agroalimentarios ya están superando los límites planetarios de recursos naturales clave, lo que socava la base de recursos naturales de la que dependen. Los/as productores/as de productos básicos agrícolas y alimentos deben mejorar el uso de la tierra y el agua, aumentar la eficiencia de su uso de la energía, proteger la biodiversidad y restaurar los suelos y los bosques, contribuyendo así a reducir las emisiones de GEI.
Los procesos transformadores requieren, como condición previa, instituciones y gobernanza mucho más fuertes, más transparentes y responsables en todos los dominios de los sistemas agroalimentarios y sus contextos socioeconómicos y ambientales.
Se necesitan cambios fundamentales en la forma en que todas las sociedades producen y consumen alimentos, empezando por las sociedades más ricas, que consumen más.